Lo mejor de tres generaciones, bajo un mismo techo

Un proyecto intergeneracional une a mayores de Servimayor, alumnos del IES Jaranda y niños del CEI La Casita

Hasta tres generaciones comparten tiempo y espacio estos días en el centro sociosanitario para mayores Servimayor, en Losar de la Vera, aportando lo mejor de cada una para el beneficio mutuo. Experiencia, cariño y ganas de vivir los que peinan canas, vitalidad, humanidad y empatía los adolescentes y espontaneidad e inocencia los más pequeños. Y es que esta semana conviven mayores y alumnos y exalumnos del IES Jaranda, de Jarandilla de la Vera, en virtud a los programas intergeneracionales que promueve este último en colaboración con Servimayor, a los que a lo largo del año se ha unido el Centro de Educación Infantil (CEI) La Casita

Se trata del campamento de trabajo que de nuevo llevan a cabo una veintena de alumnos del IES Jaranda, a modo de continuación trabajo interdisciplinar sobre la inteligencia emocional en Servimayor que han venido desarrollando a lo largo de todo el año, con estancias semanales en el mismo, y al que este año se ha sumado el CEI La Casita, también de Losar. Ignacio Chato, coordinador de los programas internacionales que lleva a cabo el Jaranda, destaca que la veintena de jóvenes que voluntariamente participan en este campamento, de una semana de duración y fuera del horario lectivo, se muestran ilusionados por lo que van a vivir, aprender y compartir en Servimayor gracias al contacto directo con los mayores. «Hay que destacar que los profesionales de Servimayor asumen de buen grado la iniciativa, acompañando y tutelando a los alumnos en todo momento. La verdad es que es una suerte haber encontrado una residencia que se abra así y que colabore tanto en todo», celebra.

Por su parte Angélica Vázquez, directora de Servimayor, aclara que los alumnos y exalumnos asistentes reciben formación teórica y práctica de cada uno de los puestos, pues todos y cada uno de ellos experimentarán en cada uno de ellos, desde mantenimiento, lavandería o administración hasta gerocultor, terapeuta ocupacional, enfermería o cocina. «Siempre estarán a cargo del profesional que ocupa el puesto en el que estén en ese momento. De esta forma, además de enriquecerse gracias al trato con las personas mayores, también pueden descubrir una vocación social o encarrilar su futuro laboral», subraya.

«Me emociono fácilmente y muchas veces acabo llorando pero no de tristeza, sino de emoción»

Experiencias

De los beneficios del intercambio dan cuenta tanto residentes como alumnos. Entre éstos últimos se encuentra Verónica Jiménez, vecina de Madrigal de 21 años de edad, que estudia Violín y Turismo a distancia y que ha participado en los cuatro campamentos celebrados hasta la fecha. «Me ayuda mucho a nivel emocional, aprendes mucho de ellos y ellos de ti, pues sabes que tienes que cuidarlos como te gustaría que te cuidasen a ti cuando llegue el momento», destaca.

Para Emanuel Pavel, de Villanueva y recién llegado a la mayoría de edad, este es su segundo campamento. «Lo que más me gusta es cuando consigo tener conexión con la persona mayor y ésta empieza a contarme cosas de su vida, principalmente de la guerra y de sus amores», rememora, señalando que no hay auxiliares ni residentes, sino que se consideran entre iguales, llegando incluso a ser amigos de los mayores. «A esto nos ayuda que los propios trabajadores de la residencia trabajan y lo sienten así. He aprendido que no podemos tratarlos como objetos, ni como personas con limitaciones, sino como uno más. Ellos lo notan y siempre nos dicen que les traemos mucha alegría», concluye.

Por su parte Leonor del Castillo, veinteañera de Aldeanueva, afirma haber descubierto capacidades y actitudes que ella misma desconocía en su día a día. «Paciencia, cariño, ternura,… desarrollas mucho ciertos sentimientos. Yo me emociono fácilmente y muchas veces acabo llorando pero no de tristeza, sino de emoción».

Frente a ellos se encuentran varios residentes, que atienden la entrevista de HOY, sin vacilar a la hora de intervenir. «Ponga usted en el periódico que nos tratan muy bien, que son muy atentos, siempre dispuestos a todo y nos hacen mucha compañía», manifiesta emocionada la jarandillana Trinidad Melchor, residente de 78 años de edad. Junto a ella Carmen Bermejo, placentina de 83 años, se muestra especialmente ilusionada con las visitas de los más pequeños. «Les hice una canción y se la canté. Ellos disfrutaron mucho y nosotros también, es precioso que nos traigan tanta alegría a la residencia», afirma con una amplia sonrisa.

Para concluir Chato insiste que se trata de una iniciativa única en España, tanto por su contenido como por su duración y periodicidad, hecho por el que la Junta ha tomado esta experiencia como ejemplo para promover su puesta en marcha en otros centros de la región.

Fuente: Eloy García. Periódico Hoy Extremadura